Hoy llueve y echo de menos el sol.


Y me pregunto: ¿cuántas veces sufrimos por aquello que no está a nuestro alcance?

Podemos pensar en los amigos que se quedan en el camino de la madurez y echarles de menos, arrepentirnos de no haberlos cuidado.

Podemos soñar con relaciones de pareja imposibles y sufrir por no olvidarnos de aquel Alguien que se fue sin más.

Recordar los recuerdos del pasado echándolos ya de menos en el futuro.

Y me pregunto: ¿No sería más fácil aceptar y después pensar en aquello que aún podemos cambiar?

Las relaciones humanas son complicadas. ¡Menuda evidencia! Esperaba aportar algo nuevo en la reflexión de hoy. Pero si las relaciones son complicadas, y lo sabemos ¿por qué a veces nos empeñamos en querer simplificarlas?

Querer amigos que ya no están, creer que con esa nueva pareja sería feliz o suponer que los recuerdos que se han ido eran mejores que los que vendrán en vez de disfrutar de la lluvia hoy, que no puedo cambiarla y recordar cuando salga el sol que he de aprovecharlo, nos impide valorar lo que tenemos cuando lo conseguimos.