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miércoles, 2 de enero de 2008

Saber escuchar no es un arte, es una práctica

Imagina que estás en un bar y escuchas estos fragmentos de conversación:


Ejemplo 1

-Marta: Tengo cosas que explicarte.

Se me ha estropeado el ordenador en el peor momento en que podía pasar. Estaba acabando un trabajo y de golpe. ¡¡Zas!! Dejó de funcionar. Y no he podido recuperar el trabajo que estaba haciendo. No hay solución, tengo que empezar de nuevo. ¡¡Qué desastre!!

-Nuria: ¿Has llevado el ordenador a arreglar?, ¿Habías hecho copia?

¡Todo el mundo sabe que se tiene que hacer copias de seguridad! Rosa el otro día tuvo que llevar su ordenador a la casa de informática, por algo parecido.

-Marta: ¿Qué le pasó?

-Nuria: Le entró un virus en el disco duro y….


Ejemplo 2

- Jose: Tengo cosas que explicarte.

- Luís: Sí, yo también quiero explicarte algo que me ha pasado.

- Jose: Tengo a mi perro enfermo, tiene colitis, no tiene muchas ganas de comer, ni de jugar.

- Luís: A mi perro le han pasado muchas veces cosas así y al poco tiempo ya estaba bien. Dale un jarabe que se llama X y verás como se pone bien en dos días.

- Jose: ¿Tú crees…? Estoy preocupado….

- Luís: Seguro que no es nada. Yo sí que estoy preocupado, mi abuela se queja de que le duele un brazo y cada vez lo mueve menos…


Te preguntarás, ¿Qué tienen de especial estas conversaciones?

Pues bien, la respuesta es que no se está escuchando de forma activa a la otra persona. Cuando escuchamos a alguien expresar una dificultad, una pérdida, un acontecimiento doloroso, o alguna cosa que le preocupa, su historia nos trae a la cabeza nuestros propios sentimientos o recuerdos respecto a experiencias similares, se activan nuestras creencias y pensamientos sobre el tema. Esto impide que escuchemos con atención y puede provocar que interrumpamos para explicar nuestra experiencia, intentemos dar soluciones, consejos… Hace que el proceso de escucha sea constantemente cortado y que el otro en vez de seguir expresando sus sentimientos, deba parar y poner atención a los nuestros. El foco de atención va cambiando y tiene lugar lo que se puede llamar “conversación de café o de calle”, donde ambos se van interrumpiendo y no se escuchan.

Todos estamos constantemente en conversaciones de café, NO SON NEGATIVAS, sólo cambia el objetivo que se busca en la conversación (la próxima vez que vayas a un bar, prueba a escuchar las conversaciones que surgen).

A veces, lo que una persona necesita es poder explicar cómo se siente, qué le pasa, qué le preocupa…

Si el objetivo de hablar es que te escuchen, o escuchar, qué cosas diferentes habría que hacer y qué actitud tener para escuchar de forma activa:

  • Concéntrate en la persona que tienes delante y en lo que te está diciendo en ese momento. Centra tu atención en el aquí y en el ahora.
  • Lo que te está comentando es importante para él /ella, aunque tú no lo veas así. Si juzgas lo que te está diciendo (aunque sea en silencio) no le estás escuchando.
  • Intenta pensar cómo se puede sentir en ese momento. ¿Cómo te sentirías tú en esa misma situación? (Esto puede ayudarte a ponerte en su piel)
  • Concéntrate en sus sentimientos
  • La persona quiere que le escuches, y no siempre que le intentes dar ideas, o consejos desde tu punto de vista.
  • Tu función es escuchar para que él se pueda ayudar a sí mismo. La responsabilidad del problema es suya.

Le ayudará más si acaba encontrando la solución él mismo o si puede expresar cómo se siente o lo que le preocupa.

Hay un dicho popular que dice así: “Déjame que te lo explique para que lo pueda pensar.”

¿Qué decir y como? Y qué aspectos tener en cuenta

  • Si tienes dudas puedes hacer preguntas abiertas: Son preguntas que no se pueden contestar con un simple si/no, por ejemplo las que empiezan por ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?... Para que la persona tenga oportunidad de explicar sus pensamientos, experiencias, emociones. Para animarle a seguir hablando.

¡Pero no te pases preguntando! Mejor poquitas, de forma clara y cortas.

  • Puedes resumir lo que te acaba de explicar: Intenta, en una frase corta, hacerle un resumen de lo más importante que te ha explicado. Puedes empezar la frase diciendo: “Déjame que te lo explique yo para saber si lo he entendido” o, “O sea, en otras palabras...” y finalizar éste con la pregunta: ¿Es así? o ¿lo he entendido bien?

Este resumen puede ayudarle a escuchar en otras palabras lo que le pasa, también ayuda a aclarar algún aspecto si percibe que te han quedado dudas.

  • Posturas relajada, expresión de interés (no hacer gestos exagerados, de duda), contacto ocular, evitar actividades que te puedan o le puedan distraer. Que perciba que estamos atentos e interesados.
  • Seguimiento verbal de lo que dice: “mmm”, “si, si ...”
  • Silencios: No pasa nada si os quedáis en silencio. Tómalo como un tiempo que necesita para ir ordenando sus ideas, y ser consciente de lo que siente.
  • No pasa nada si llora.
  • Si no sabes qué decir, no digas nada


Reflexiones sobre esto (cosas que pueden pasar):

Todo momento no vale para poder escuchar o ser escuchado (mucho ruido, gente…). Busca el momento o el lugar más apropiado.

  • Quizás en ese momento no estás preparado para estar por la otra persona, quizás no tengas tiempo, o que tengas otra cosa en la cabeza que te impida centrarte…. Sé sincero y queda para otro momento que puedas hacerlo, te lo agradecerá, es mejor que la opción de intentar escuchar con prisas o con la mente en otro sitio.
  • ¿Y si los dos queréis ser escuchados? Vale más negociar quien puede hacerlo y quedar para otro momento para intercambiar papeles.
  • Si quieres ser tú el que hable y el otro que escuche, díselo a la persona, tienes derecho a poder hacerlo.


Oír es un instinto pero Saber escuchar es un aprendizaje. Y como toda enseñanza necesita su tiempo y práctica.

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