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jueves, 16 de julio de 2009

Parecía un día normal. El camino hacia el trabajo, el tráfico, el sueño de la mañana. Nada sugería que algo iba a cambiar. Sin embargo, lo cierto es que estaba a punto de sumergirse en el mundo de la fantasía.

Al llegar al despacho, descubrió que una luz brillaba y se movía entre sus papeles. Era muy rápida y, si escuchaba con atención, podía oír, también, un tintineo que provenía de ella. Podría haberse asustado pero algo le decía que no debía tener miedo. Con cierta curiosidad y, con mucho asombro, descubrió que la luz y el tintineo los provocaba un diminuto ser, muy gracioso, que parecía que se hubiera escapado de un cuento para niños.

No hubiera sabido cómo describirlo. Podría decir que se parecía a un hada ¡Pero las hadas no existen! Aunque… tampoco sabía que existieran seres tan graciosos, que volaran y desprendieran luz y música.

Tampoco era una luciérnaga, pues tenía bracitos y piernas y lo que parecían las alas, eran de colores brillantes y transparentes. Era, realmente, cómo ella hubiera imaginado que son las hadas.

El hada, por llamarlo de algún modo, no paraba quieta. Y cuándo lo hacía, siempre sonreía y se disculpaba por manchar de algo que parecía polen, todos sus papeles.

Por fin, se acercó lo suficiente para poderle hablar. No sabía muy bien qué decirle, a parte de preguntarle quién era, claro.

El hada captó la confusión, se adelantó a las preguntas y le dijo:

“Hoy la vida te ha dado una oportunidad. Yo soy una oportunidad. Debes saber que vengo para volver a marcharme.

Mi deber es hacerte una propuesta, luego tú deberás escoger.

Sé que estás contenta con tu vida, que te ha costado mucho conseguir lo que tienes, Pero hoya, tienes una Oportunidad. Si quieres, hoy puedes escoger no tener que volver a luchar nunca más. Hoy puedes escoger que todo te venga dado, sin volver a hacer ningún esfuerzo. Sin embargo, toda Oportunidad te pide que renuncies a algo. Tú deberás renunciar a lo que tienes para poder disfrutar de todo lo que vendrá, sin mirar atrás."

Me gustaría preguntaros qué haríais si os sucediera algo así.

A menudo, la vida nos ofrece oportunidades. Por supuesto, no nos asegura que todo “venga dado” si nos arriesgamos, sin embargo, una buena oportunidad, en ocasiones nos implica renunciar a cosas que hemos construido.

Pensad en una oferta de trabajo, en conocer a una persona teniendo pareja, en cambiar de residencia…

Aprender a decidir, implica saber renunciar. Lo complicado es saber cuándo merece la pena el riesgo.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado tu escrito. Es cierto que las "Oportunidades" que la vida nos ofrece conlleva también una renuncia, no lo podemos tener todo. Creo que hay que valorar lo que tenemos si realmente estamos bién o estamos en la posición "comoda y segura" por no arriesgar. Si somos sinceros con nosotros y solo es comodidad y la aceptamos y nos gusta perfecto dejemos la oportunidad para otra persona, pero si realmente es una comodidad que tapa muchas cosas valdría la pena correr el riesgo porque posiblemente no estemos tan bién como nos queremos creer.
    Y si el riesgo ha sido alto y nos hemos equivocado ya vendrá otra "oportunidad" de hecho lo único constante en la vida es el cambio.
    Gracias por hacernos reflexionar

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  2. Me gusta mucho que hables de la "comodidad" en tu comentario. Es cierto que, a veces, la comodidad es la que nos impide el cambio.
    Gracias por tu aportación.

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