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lunes, 12 de enero de 2009

El duelo como un proceso activo



He leido un libro muy interesante que se llama "Aprender de la pérdida. Una guia para afrontar el duelo" de Robert A. Neymeyer (2002), quiero destacar algunos datos de éste:


Las perdidas está presentes en el día a día de las personas, éstas no son sólo muertes físicas de personas que están vinculados con uno mismo, sino también es un duelo las perdidas de aspectos concretos (como un objeto, una casa…), como no concretos (un trabajo, un cambio de rol, una separación, la juventud, una amistad, sueños…). En general en todo cambio siempre hay una perdida. La importancia que puede tener ésta va a depender del significado que poseía para la persona afectada.

La reacción que tiene cada persona ante esta situación va a depender de muchas variables, como aspectos de personalidad, experiencias previas, capacidad para resolver penalidades, red social, tipo de relación…. Por lo que según Robert A. Neimeyer . (2001) no es posible, ni útil hablar de “etapas del duelo”, como una secuencia inevitable: (1. Negación y aislamiento, 2. Ira 3. Pacto o negociación, 4. Depresión, 5. Aceptación), ya que no todas las personas que sufren una perdida la viven de la misma forma, ni el mismo proceso.

Según las teorías clásicas la persona que sufre una pérdida es “víctima y además pasiva”, donde no tiene absolutamente ningún control sobre lo que les sucede. En oposición a esto, se habla del proceso del duelo como un proceso lleno de elecciones, de caminos o posibilidades, y de tareas o acciones que quizá habrá que llevar a término (según A. R. Neimeyer estas tareas las ha reformulado en “desafíos continuados” a los que quizá volvemos en diferentes momentos de la vida)

DESAFIOS:

1. reconocer la realidad de la pérdida como personas individuales pero también como miembros de un sistema. (aspecto obvio pero nada fácil). Es asumir que el reencuentro no es posible.

2. abrirse al dolor y a las emociones. Sentir el dolor de la perdida es necesario, pero según el autor es necesario que esta abertura sea con tregua (utiliza la metáfora del dolor de un duelo con el símil de mirar fijamente la luz del sol. Que podemos lastimarnos los ojos si no retiramos la mirada). Se considera sano el poder alternar la atención a los sentimientos de tristeza con la reorientación a las tareas domésticas y laborales (siendo esto una forma de descansar de la angustia). Es una alternancia entre “sentir” y “hacer”. El duelo se complica cuando sólo nos dedicamos a uno de estos puntos.

3. Revisar nuestro mundo de significados. Nuestra filosofía de vida, nuestras creencias y presuposiciones se ven invalidados, esto puede influir en nuestros conductas, valores… También supone cambios en el medio, en aspectos concretos (comprar menos comida….) como asumir nuevos roles (ser un mismo el que tiene que llamar al fontanero, ir a las reuniones de la escuela…). Por lo que es necesario aprender nuevas habilidades y nuevos roles.

4. Reconstruir la relación con lo que se ha perdido: No es decir “Adios” a lo perdido, sino aprender a trasformar la relación. El pasado no se puede borrar,( uno nunca pierde los recuerdos de una relación significativa) ni es sano que se haga, la idea es cómo se puede incorporar en nuestras vidas.

5. Reinventarnos a nosotros mismos: Una parte de la persona también muere con la separación o con la muerte de la persona significativa. Nunca más vuelves a ser la misma persona. Según R. Neimeyer si la vida se ve como una historia que nos contamos y les contamos a los demás, con palabras, acciones…La perdida es una ruptura a la continuidad de la narración. Y como una novela que pierde a uno de los protagonistas, el autor se ve obligado ha escribir cambios pero con una coherencia para que siga teniendo sentido la historia y sea entendida.


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momentos en un velatorio

¡Qué hable sobre su muerte!

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