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martes, 6 de enero de 2009

¡Deja que pierda!



El otro día mi sobrino de 6 años me dijo que si quería jugar al parchís con él. Cuando era pequeño, jugaba con él con la intención que gane (como también hacían sus padres y sus abuelos) , pero desde hace un tiempo juego a ganar yo. Cuando llevábamos unos minutos y yo había conseguido sacar algunas de mis fichas de la casilla de salida (es necesario que salga un 5 en el dado para ello) él me dijo que cambiábamos las reglas y que a partir de ese momento cualquier número servía para sacar una ficha de la casilla. Acepté, ya que me daba igual, era un juego para pasárselo bien. Pero cuando le maté la segunda ficha y vio como tenía que volver a empezar me dijo que mejor que sólo jugáramos con dos fichas en vez de las cuatro ya que era aburrido. Dudé bastante, intenté negociar con él, pero acepté. Pero yo continuaba con mi intención de ganarle si podía, y no dejárselo fácil , pero no acabamos el juego ya que cuando le volví a matar una ficha me dijo que no le gustaba este juego, ya que era aburrido, se levantó y se fue de la habitación. No es la primera ocasión que veo un niño pequeño enfadarse cuando pierde o no se hace como él quiere.

Cuando una persona o pareja deciden tener un hijo normalmente se plantea toda una seria de teorías e ideas de lo que le quiere enseñar a su futuro hijo, y muchas de estas están influenciadas por la enseñanza que hemos recibido cuando nosotros éramos pequeños, unas veces deseamos enseñar o dar lo contrario o diferente de lo que hemos recibido nosotros y otras seguir la misma idea. Aunque todos coinciden en que sus hijos tengan éxito en la vida.
Aunque luego otros aspectos influyen también en la educación de los hijos (falta de tiempo, que la educación la realicen los abuelos, escala de valores, diferencias entre los padres en la percepción de la educación…)

Es interesante ver que una de las cosas que más encuentras en terapia y entre las familias que tienen hijos, es la dificultad de enseñar lo que es la frustración, (podrías preguntarte ¿cómo le voy a enseñar a mi hijo lo que es la frustración, lo que es perder? Ya lo aprenderá en la vida). Suena un tanto extraño lo que digo pero me intentaré explicar.

Es cierto que cuando nuestros hijos se hagan mayores vivirán momentos donde reciba alguna negativa, o no consiga lo que quiere, pero si partimos de la idea que si no tienes unos recursos aprendidos, esta experiencia no se vivirá como un aprendizaje para crecer sino como una mala vivencia. He visto algunas personas que cuando algo en la vida no sale exactamente como se pensaban, cuando supone más esfuerzo del esperado, se hunden, o se retiren de lo que están haciendo, quizá lo vivan como un gran fracaso o lo atribuyan a su persona.

Perder no siempre es una derrota, y ganar no siempre es una victoria.
Si cada uno hace lo que puede con lo que tiene, si no se ha aprendido que no siempre se gana, que no siempre las cosas salen como uno quiere, el fracaso y la frustración están asegurados y además sin aprender nada de ello.

1 comentario:

  1. Hola Eva, me parece muy interesante lo que has comentado. Además, me ha servido para darme cuenta, que todo lo que hacemos influye y condiciona en el comportamiento de los demás. Lo que es un acto tan inocente, como puede ser el dejarse ganar por un niño pequeño en una carrera, el día de mañana puede provocar que ese niño no haya conocido la frustración y por tanto no va ha saber afrontarla cuando esta se le ponga delante en su vida.

    Esta claro que la educación de un niño es complicada, pero cada vez estoy más convencido, que es interesante mostrarle las cosas buenas de la vida tanto como las que no lo son tanto.

    Y desde ahora, yo también jugaré a ganar con mis sobrinas/os, y cuando pierda me alegraré por su victoria para enseñarles buenas formas ante las derrotas.

    Gracias.

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